Manifiesto

La crisis sistémica que enfrentamos como humanidad es, en definitiva, una crisis de civilización o de las formas de organización humana. 

Crisis que se manifiesta en enormes desequilibrios ambientales, sociales, políticos y humanos que son la consecuencia de una manera de ver el mundo que prevalece desde hace siglos y que considera que el universo, la vida y la naturaleza tienen una estructura semejante a la de una máquina y, por ende, pueden ser entendidos a partir de la división de sus partes y de la reducción de todos sus componentes a datos y números y, finalmente, a un solo indicador: el dinero.

De esta forma, todas las esferas humanas fueron absorbidas por la economía y los seres humanos quedaron reducidos al papel de máquinas para la producción y el consumo: se nos educa para perseguir la eficiencia de la máquina, para fragmentar lo que intentamos conocer, para ver al planeta y a sus seres vivientes como meros decorados, a los que hay que dominar y controlar.

Desde este entendimiento del mundo, hemos empobrecido nuestra percepción dejando de lado todo lo que no pudimos aislar, medir y cuantificar o lo que no tuviera un valor en el mercado, nos fuimos desconectando de la naturaleza y de nosotros mismos, construyendo sociedades cada vez más inequitativas, aisladas, egoístas, competitivas y destructoras de la biodiversidad y del ser humano. 

Nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos se desacralizó y se rompió.

Pero en el último siglo una nueva visión científica ha comenzado a surgir, que pone de manifiesto las limitaciones de la visión mecanicista y, demuestra que los fenómenos que tienen que ver con la vida, con la naturaleza y con el ser humano, sólo pueden entenderse como fenómenos sistémicos y holísticos, en donde todo está interconectado.

El concepto de regeneración en el que centramos nuestro trabajo, viene a hacerse eco de esta nueva visión holística de la vida e implica renacimiento, recuperación y renovación, no sólo del planeta, sino de la estructura psíquica y espiritual del ser humano. Hace hincapié en la interconexión, en las relaciones co-evolutivas y en la colaboración. En síntesis, en trascender la dualidad humanos-naturaleza para salir adelante de una situación donde ya no basta con reducir impactos, sino que requiere reparar la trama humana, social y ambiental dañada y crear las condiciones para que prosperemos juntos

Por eso ponemos en el centro de nuestro quehacer el desarrollo de nuestra visión del mundo, la toma de conciencia de que Inter-somos, que los sistemas humanos están íntimamente relacionados con los sistemas naturales y que no podemos existir aislados. Y, desde este entendimiento, desarrollar y cocrear una nueva forma de existir resonando con el mundo, lo que conlleva afecto, empatía, implicación y transformación en el encuentro.

Al mismo tiempo, y dado que la única respuesta adecuada a la crisis sistémica es una respuesta local -porque un planeta vivo y un ser humano pleno y próspero no funcionan en un sistema globalizado e impersonal, sino en una red global de fenómenos locales, comunitarios y a pequeña escala- entendemos que la labor de regenerar los sistemas humanos, sociales y naturales del mundo sólo puede tener éxito:

  • pensando en lugares concretos y seres humanos concretos con sus necesidades totales –y no sólo económicas y
  • con soluciones diseñadas de abajo hacia arriba por las comunidades de acuerdo a sus realidades y procesos únicos.

También creemos que para que esas comunidades humanas sean sostenibles y para que logremos desarrollar y recuperar nuestras capacidades comunitarias, es fundamental comprender los principios de organización de las comunidades ecológicas (ecosistemas): tomando conciencia de que los equilibrios que permiten que la vida sea sustentable y regenerativa se dan en trama, de forma autoorganizada y autogestiva y desde procesos autopoiéticos. Esta comprensión ayudará a que salgamos de la lógica de organización humana actual (cultura ganar/perder), que tiene como base el dominio, la manipulación, la competencia, la jerarquía, etc, para pasar a formas de organización basadas en la cooperación, la sustentabilidad, la regeneración, la resonancia. 

Todo esto nos acerca a un buen vivir, propio de una aproximación más integral a la vida que nos permitirá un crecimiento -no ya meramente material- sino de la conciencia humana.

Y en este trabajo TODOS tenemos un rol. Rol que sólo podremos desempeñar si nos comprometamos a cambiar no sólo lo que hacemos, sino cómo pensamos y quiénes somos. Y que requerirá que crezcamos como seres humanos más allá de lo que jamás creímos ser capaces.