¿Estamos a tiempo de transitar hacia culturas que regeneren la vida?

Por Carolina Flynn – Julio 2024

Es indudable que estamos en un momento de crisis sistémica civilizatoria. No hay ámbito humano que no enfrente tensiones críticas y que amenazan seriamente el futuro de la humanidad.

Si pensamos en la economía: una concentración de ingresos que es récord histórico. Un puñado de actores que son dueños -literalmente- del mundo, y que hoy tienen una influencia enorme en el ámbito político de las naciones y de los organismos internacionales.

Figura: Tres fondos de inversión (Blackrock, Vanguard y State Street) son los accionistas mayoritarios de la mayoría de las corporaciones importantes.

En el ámbito social: hay una gran polarización en la sociedad, muchos desencuentros y tensiones. Pero al mismo tiempo fenómenos de masificación y dispersión masivas, con la economía de la atención haciendo estragos en la posibilidad de concentrase y conectarse. Cuestiones que desintegran el tejido social y comunitario, imprescindible para cubrir una necesidad esencial del mamífero social humano.

En el ámbito político: con una gran desconfianza en todas las instituciones que creamos a lo largo de los siglos, gobiernos, legisladores, jueces, empresarios, periodistas, líderes religiosos. Y la confianza es la argamasa de la sociedad. Cuando desaparece la confianza, la sociedad se derrumba. Porque con la confianza viene la legitimidad, y sin legitimidad, un sistema político, económico, social, familiar se desploma y la autoridad se hace ilegítima.

En el ámbito internacional: Las trompetas de guerra se agitan diariamente, y entre potencias nucleares. Tenemos la guerra entre Ucrania – Otan vs Rusia, la de Israel (con todo el apoyo occidental) vs Palestina y el mundo musulmán. Con tensiones y provocaciones crecientes entre EEUU y China y agrava la cuestión que estamos en un momento con grandes deficiencias de liderazgos, al frente de todas estas cuestiones tenemos gente que no está a la altura de la situación y de las armas de destrucción masiva que detentan. Otro tema que se suma es el quiebre de viejas convenciones internacionales como el respeto a resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, de la Corte Internacional de Justicia, el bombardeo o asalto a embajadas extranjeras.

En el ámbito moral: la promesa de la modernidad era que, a través de la razón íbamos a poder convivir en paz bajo los valores de la libertad e igualdad, dejando de lado las pulsiones irracionales. Hoy a la vista de todos se está llevando a cabo un genocidio, habilitado por el Occidente de los derechos humanos. Hay más de 25 mil mujeres y niños muertos desde el 7 de octubre. Más del 80% de los muertos son mujeres y niños.  A la vista de todos se bombardean hospitales (Israel bombardeo 250 clínicas, hospitales, ambulancias, periodistas, 142 trabajadores de la ONU, trabajadores de ONGs que asistían a la población con alimentos, se impide el acceso al agua y a los alimentos. Muchos de estos crímenes propiciados por el uso de la inteligencia artificial. Solíamos preocuparnos por un futuro oscuro en el que los humanos enviaran máquinas a matar gente indiscriminadamente, pero resulta que en realidad está ocurriendo al revés: estamos programando máquinas para que nos digan a quién matar.

En el ámbito individual: la promesa de la felicidad continua a través del consumismo nos llevó a una crisis de salud mental, que se trasluce en la utilización creciente de psicofármacos a nivel mundial, aumento de la soledad, del alcoholismo, del uso de drogas y falta de sentido vital. Véase el incremento imparable del uso de antidepresivos en los países de altos ingresos, 2011, 2020 y el gráfico de abajo corresponde a 2023.

Y más grave aún, una crisis de los ecosistemas que sustentan la vida del ser humano y de los demás seres que habitan el planeta; con tasas récord de pérdidas de especies, contaminación crítica del suelo, atmósfera, aire, agua, un cambio de las condiciones climáticas con consecuencias imprevisibles, tasas de desforestación que asustan, pérdida récord de especies.

Es indudable entonces, que estamos en un momento crítico civilizatorio. Podemos pretender que esto lo solucionamos con un cambio de gobierno, con un nuevo plan económico o político (de izquierda o derecha), o con más tecnología, pero la verdad es que todos sabemos o intuimos que el problema es muy profundo, que estamos en territorio desconocido.

Todo esto nos muestra también, que hay algo profundamente erróneo en nuestra civilización. Que hemos creado un sistema que no está a nuestro servicio ni al servicio de la vida, sino al revés: el ser humano y la vida están al servicio del sistema.

Cuando caemos en la cuenta de todo esto, se nos cae de un plumazo la visión del mundo del progreso moderno, podemos resistirnos y buscar escapismos, o aceptar la invitación a trabajar para cocrear una nueva forma de habitar el planeta, relacionarnos entre nosotros y con nosotros mismos o continuamos sumiéndonos en la oscuridad.

Necesitamos un nuevo paradigma

Es evidente que necesitamos un cambio de software, de paradigma. La narrativa que sostiene a esta civilización es la promesa de un futuro mejor a través del bienestar material para todos, acá, en la Tierra y el control humano sobre el ambiente, sobre el cuerpo y sobre la propia naturaleza humana (si seguimos esta línea llegamos al transhumanismo, con su obsesión por superar la muerte insertándose implementos tecnológicos). Esa promesa ya, no moviliza a nuestros corazones, y no solamente no cumplió lo prometido sino que nos trajo hasta una situación de jaque mate civilizatorio.

Y tengamos en cuenta algo más, la pretensión humana de conocimiento objetivo a través de la ciencia, y de la posibilidad de control que ese conocimiento total del mundo implica, se desvanece no sólo a la luz de la física cuántica y los principios de indeterminación y de la influencia del observador en lo observado, sino cuando se entiende que sólo el 5% de todo el universo corresponde a la materia atómica de nuestra realidad, que sólo podemos ver una parte pequeñísima del espectro electromagnético y que gran parte del contenido psíquico de la mente es inconsciente. Esto nos tiene que ubicarnos en una posición de humildad, de entender lo poco que sabemos, lo poco que podemos predecir, las grandes incertidumbres que nos rodean.

¿Cómo llegamos a la civilización ecológica?

Hasta ahora los modelos de organización que implementamos como humanos fueron modelos mentales basados en la proyección hacia el exterior de nuestro modelo organizativo mente-cuerpo o jinete-caballo.

Por un lado una mente, cuya parte consciente intenta ejercer control sobre la naturaleza animal del cuerpo (pero tengamos en cuenta que hemos dejado de lado la parte inconsciente, muchísimo más grande que la consciente, que es tanto personal como colectiva y que opera todo el tiempo). En realidad la mayor parte de nuestros procesos se dan sin que intervenga la parte consciente: respiramos, caminamos, escribimos, mantenemos una temperatura corporal, evacuamos esfínteres, tragamos, etc. Y si bien nuestra consciencia nos permite decidir las trayectorias que queremos seguir voluntariamente, no es menos cierto que un sinnúmero de condiciones inconscientes (a través de emociones, sentimientos, miedos, traumas, vergüenza, culpa, mandatos familiares y culturales) están todo el tiempo condicionando -sin que lo sepamos- nuestras decisiones “conscientes”.

Y una de las características de la modernidad, una vez que decidimos que no había dioses en el cielo, es la obsesión humana por el control. Control tecnológico sobre el medio y sobre el cuerpo. Control sobre la vida y la muerte. Control es una de las palabras claves para intentar entender nuestras vidas y como pensamos lo que hay que hacer en el afuera.

Es decir los modelos extroyectados, son modelos de control centralizados y son modelos jerárquicos que intentan someter al orden racional humano todos los procesos que se generan en la vida. De la misma manera que la cabeza/cerebro/mente intenta ejercer control sobre el cuerpo humano y nuestras pulsiones instintivas.

Como hemos visto, más allá de los éxitos científicos y tecnológicos, el alargamiento de la expectativa de vida (pero que ha empezado a caer en países como EEUU), la masificación de productos que nos hacen la vida más fácil, parece que, como están las cosas, el riesgo en el que estamos y la situación en los distintos sectores que mencionamos, están empezando a desequilibrar la balanza.

Pareciera que la obsesión por el control y la seguridad, paradójicamente, nos llevó a una situación especialmente insegura e incierta.

¿Cuáles serian los nuevos principios sobre los cuales fundar la civilización ecológica?

  • Entender quiénes somos

No podemos saber que tipo de mundo queremos defender si no sabemos quienes somos. Y es fundamental entender que no somos individuos separados. No podemos existir sin un ecosistema biodiverso porque estamos entretejidos hasta la médula con otros seres vivos.

  • Internamente somos holobiontes
  • Físicamente estamos constituidos por átomos de las estrellas, tenemos en nuestros cerebros vestigios de nuestro pasado mamífero y reptiliano.
  • Respiramos el oxigeno que fabrican las plantas
  • Comemos lo que producen otros seres vivos
  • Nos curamos con lo que producen otros seres vivos

Es decir: vivir es vivir de la vida de los otros.

Esto sería el primer paso a realizar, darnos cuenta que no somos seres separados y reprogramarnos el paradigma mental a la realidad de que “Intersomos. Con esta nueva mentalidad podremos:

  • 1- Crear un sistema que esté al servicio de la gente y no la gente al servicio del sistema
  • 2- Re sensibilizarnos: la modernidad con su énfasis en lo humano, en nuestras proezas, en nuestra tecnología, medicina, ciudades, arte, nos desensibilizó ante las maravillas de todo lo vivo. Somos capaces de recorrer museos, teatros, restaurants, pero desconocemos completamente las cosas más básicas de la vida alrededor nuestro: plantas, animales, flores, insectos. No nos maravillamos, porque no los conocemos, de los increíbles y creativos mecanismos que han creado a lo largo de la evolución para poder reproducirse y seguir existiendo.

A lo largo de muchos siglos nos desensibilizamos hacia lo que no es humano, y hoy podemos distinguir miles de marcas comerciales o de autos, caras de artistas, políticos y deportistas pero no conocemos ni un puñado de nombres de muchas plantas y pájaros que viven alrededor nuestro.

  • 3- Recuperar la vida y sacarla del mercado pero no desde el odio, sino desde el amor
  • 4- Crear una cultura arraigada en la alegría que existe en el mundo vivo pero para eso tenemos que hacer una especie de re inmersión, de re sensibilización, de resonancia. Re-verlos, cambiar la mirada, entender su existencia, su propósito, su sentido, su maravilla.
  • 5- Encontrar formas de cohabitación interespecie, para eso es necesario que los demás seres que comparten el planeta con nosotros dejen de ser un decorado, una cosa, una molestia que tenemos que tratar de eliminar. Y para lograr eso, necesitamos volver la mirada, no se puede admirar y querer lo que no conocemos.
  • 6- Responsabilidad, que es tanto personal como colectica: generalmente queremos que otro se ocupe (el gobierno, la ong, la ONU etc), pero la tarea no podemos delegarla o tercerizarla en gobiernos, ongs, es responsabilidad tanto individual como colectiva.
  • En resumen, llegar a la civilización ecológica implica:
  • Pasar del antropocentrismo al biocentrismo
  • Del individualismo a la interdependencia
  • De la centralidad y jerarquía a la descentralización
  • De la negación de los seres vivos, de verlos como un decorado sin importancia, al respeto inter-especie
  • Del egoísmo, la competencia, la supervivencia del mas fuerte a la generosidad, la colaboración y simbiosis y apoyo mutuo.
  • Del extractivismo a la regeneración.

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