Economías Regenerativas

Es claro que el mundo está en medio de una crisis multidimensional.

Y la teoría económica dominante, columna vertebral del sistema, se ha convertido en una barrera para entender y transformar la realidad socioeconómica y socioambiental que nos rodea. 

Y esto es así, porque más allá del arco político en que se posicione, el pensamiento económico dominante entiende que el desarrollo y el bienestar de una sociedad están ligados a una política económica perpetuamente expansionista, una política que necesita generar crecimiento (medido como un aumento del PBI) como única forma de resolver los problemas de pobreza, desigualdad y mejorar la calidad de vida de las personas. 

Es decir, hemos atado el bienestar de la humanidad a una acumulación material infinita, y hemos creído que teníamos la fórmula para un progreso ilimitado de la mano del ingenio humano.

Pero en un momento en el que el planeta se enfrenta a una crisis climática y ecológica que amenaza los cimientos mismos de la civilización humana y las sociedades enfrentan una desigualdad económica histórica, (tanto entre las personas como entre los países) es hora de preguntarnos ¿Qué costo hemos pagado como humanidad para lograr ese supuesto desarrollo y bienestar? ¿Cuál será el costo para las futuras generaciones? ¿Se puede considerar eficiente un sistema que destruye aquello que le permite existir y prosperar? ¿Se puede considerar que un sistema genera bienestar si está sentando las bases para un futuro con innumerables riesgos e incertidumbres para la salud humana y el planeta? ¿Puede la tecnología realmente solucionar los problemas que tenemos por delante?

En efecto, la crisis ambiental, sumada a la ineficiencia del sistema económico para resolver las injusticias sociales globales y la disminución de la calidad de la vida provocado por los estilos de vida de las sociedades modernas (la pandemia es sólo la punta del iceberg de un aumento de la incidencia de enfermedades ambientales y de lo que se denomina una epidemia de salud mental) están poniendo en jaque el relato montado alrededor del paradigma económico actual.

Y no es que no se haya intentado encontrarle solución. En las últimas décadas hemos observado cómo la diversidad de políticas económicas ejecutadas en todo el mundo, no sólo no han logrado resolver los desequilibrios sociales, sino que los han acentuado, desatando al mismo tiempo desequilibrios ambientales catastróficos y un malestar humano global. Y tengamos en cuenta que, los países tomados como modelos de desarrollo, calidad de vida e igualdad social, tienen una huella ecológica y un impacto en la contaminación atmosférica y de pérdida de biodiversidad desproporcionadamente alta. Es decir, han conseguido un crecimiento económico local, a costa de un impacto global en las condiciones de vida del resto del planeta.

Con una población mundial en constante crecimiento, con un panorama de crisis ambiental que impactará en áreas sensibles de las sociedades (alimentación, agua), con un sistema económico que ya no puede cumplir con la promesa moderna del progreso, con las instituciones democráticas seriamente afectadas, resulta cada vez más evidente que debemos replantearnos las bases sobre las que se asienta el paradigma económico.

Cómo ha dicho el economista Manfred Max Neef, necesitamos dar el paso de una Economía mecanicista a una Economía Orgánica. 

En este sentido, han surgido en las últimas décadas distintas corrientes económicas (decrecimiento, permaeconomía, economía circular, economía del donut, etc) que, inspirándose en los replanteos que han venido sucediendo en el mundo científico con las teorías sistémicas y complejas, que ponen en cuestion al paradigma Cartesiano/Darwiniano/Mecanicista, inician un proceso para impulsar otra teoría y otra práctica económica. Inspirándose también en fenómenos sociales que ya se están dando en el planeta, como son los fenómenos de los movimientos del Buen Vivir y de las Culturas Regenerativas.

La economía regenerativa elige la vida como base del diseño de nuestro sistema económico.

Según John Fullerton, uno de los referentes en la materia, y director del Capital Institute, la economía regenerativa se basa en tres premisas: 

La investigación del Capital Institute ha encontrado un patrón de principios clave, interconectados, que subyacen a la salud sistémica y representan colectivamente los ocho principios o cualidades de la vitalidad regenerativa que pueden utilizarse como base teórica de la Economía Regenerativa. Esto no sugiere, señalan, que la complejidad de los sistemas vivos pueda reducirse a ocho, pero colectivamente esta unidad apunta en la dirección de cómo se entiende ahora que funciona la vida: la vida creando las condiciones para más vida en una espiral ascendente de complejización. 

Por lo tanto, estos ocho principios, tomados en su conjunto, pueden servir de forma muy práctica como brújula hacia el surgimiento de economías regenerativas adaptadas a cada contexto único. 

Los 8 principios

  1. Relaciones correctas:

La humanidad es parte integrante de una red de vida interconectada en la que no existe una separación real entre “nosotros” y “eso”. La escala de la economía humana importa en relación con la biosfera en la que está inmersa. Es más, todos estamos conectados entre nosotros y con todos los lugares de nuestra civilización global, como nos dicen tanto nuestra experiencia vivida como la física cuántica.  El daño a cualquier parte de esa red se extiende a todas las demás partes. Así que los principios de reciprocidad y mutualismo que se encuentran tanto en la biología como en la sabiduría indígena, e incluso la Regla de Oro común a todas las religiones del mundo, son fundamentales para una economía regenerativa. 

  1. Considerar la riqueza de forma holística:

La verdadera riqueza no es simplemente dinero en el banco. Debe definirse y gestionarse sistémicamente en términos de bienestar humano individual y colectivo. Esto sólo puede lograrse mediante la armonización de múltiples tipos de riqueza más allá del capital financiero, material y tecnológico convencional, para incluir el capital social/relacional, el cultural, el experiencial y, sí, el espiritual. Como dice el economista chileno, Max Neef en su libro “Desarrollo a escala humana” cualquier necesidad humana no satisfecha revela una pobreza humana. Manfred Max Neef define varios tipos de pobreza: de subsistencia, de protección, de afecto, de identidad, de participación, de entendimiento. Hoy encontramos muchas pobrezas (que derivan en patologías) en sociedades completas materialmente. Y hay que entender que todas estas riquezas se apoyan en la salud de la biósfera, de la que depende toda la vida, incluidas nuestras economías humanas. En definitiva, el conjunto es tan fuerte como el eslabón más débil. 

  1. Innovador, adaptable y receptivo:

En un mundo en el que el cambio está siempre presente y se acelera, las cualidades de innovación y adaptabilidad son fundamentales para la salud. Esta es la idea que Charles Darwin quiso transmitir en esta afirmación, a menudo malinterpretada, que se le atribuye: “En la lucha por la supervivencia, los más aptos ganan a costa de sus rivales”. Lo que Darwin quería decir en realidad es que: el más “apto” es el que mejor se adapta, es decir, el que más se adapta a un entorno cambiante. Por lo tanto, el dinamismo empresarial asociado a un sistema de libre empresa y a la libre circulación de capitales es esencial. Sin embargo, ambos deben ser canalizados de alguna manera que responda a la dinámica cambiante y a las necesidades esenciales de la salud del sistema en lugar de a los deseos individuales a corto plazo y la codicia. 

  1. Participación empoderada:

En un sistema interdependiente, la aptitud proviene de contribuir de alguna manera a la salud del conjunto. Todos los seres humanos tienen algo único que contribuir a la salud y el bienestar de los conjuntos más amplios en los que están integrados. Así, mientras que la “inclusión” puede ser moralmente deseable, la participación empoderada es una cualidad no negociable de la salud sistémica para todo el sistema. 

  1. Honra a la comunidad y al lugar:

Cada comunidad humana está formada por un mosaico de pueblos, tradiciones, creencias e instituciones, moldeadas de forma única por las presiones a largo plazo de la geografía, la historia humana, la cultura, el entorno local y las necesidades humanas cambiantes. En honor a este hecho, una Economía Regenerativa nutre a las comunidades y regiones sanas y resistentes, cada una de ellas informada de forma única por la esencia de su historia y lugar individuales. Aunque el patrón de los ocho principios universales se aplica a todos los lugares, cada lugar debe definir cómo se aplica el patrón en función de sus propios contextos únicos.

  1. Efecto Borde-Abundancia:

La creatividad y la abundancia florecen sinérgicamente en los “bordes” de los sistemas, donde los lazos que mantienen al patrón dominante son más débiles. Por ejemplo, hay una abundancia de vida interdependiente en las marismas donde un río se encuentra con el océano. En esos bordes las oportunidades de innovación y fertilización cruzada son mayores. Trabajar en colaboración a través de los bordes -con un aprendizaje y desarrollo continuos procedentes de la diversidad que existe allí- es transformador tanto para las comunidades donde se producen los intercambios como para los individuos implicados. Los silos de conocimientos especializados, aunque necesarios en nuestro complejo mundo, también crean barreras a las nuevas formas de manifestar el potencial regenerativo. 

  1. Flujo circulatorio robusto:

Una economía viva exige un metabolismo saludable para eliminar las toxinas y nutrir cada célula en cada nivel de nuestras redes humanas. Al igual que la salud humana depende de una sólida circulación de oxígeno, nutrientes, etc., la salud económica también depende de un sólido flujo circulatorio de energía y materiales de “forma circular” en el que los residuos son alimento, como en todos los sistemas biológicos. Pero también exige una circulación robusta del dinero hacia todas las extremidades del sistema, la circulación robusta de información precisa que permite Internet (pero que está gravemente dañada en nuestra sociedad por la concentración en unas pocas manos), e incluso la circulación de la empatía para ayudar a elevar la conciencia, apoyar la confianza y el diálogo saludable. No hace falta decir que un metabolismo económico sano también exige insumos materiales y financieros sanos y libres de toxinas, al tiempo que se eliminan los residuos de una manera y a una escala que no socava la salud del conjunto.

  1. Busqueda del equilibrio:

Estar en equilibrio dinámico es esencial para la salud sistémica. Al igual que un ciclista, los sistemas regenerativos están siempre inmersos en esta delicada danza en busca del equilibrio. Lograr la armonía requiere equilibrar las paradojas con un pensamiento paradójico que pueda sostener dos puntos de vista, en lugar de un pensamiento disyuntivo de uno u otro. Los sistemas saludables armonizan múltiples variables en un todo unificado en lugar de optimizar una sola a expensas de otras. Por ejemplo, una economía regenerativa trata de equilibrar la energía y las cualidades masculinas y femeninas, como el pensamiento analítico con las formas intuitivas de conocimiento, y la competencia con la colaboración. También equilibra la eficiencia y la resiliencia; la diversidad y la coherencia; y apoya las estructuras fractales que equilibran las organizaciones pequeñas, medianas y grandes en una jerarquía saludable, todo ello al servicio de la salud del conjunto. 

En síntesis, Fullerton señala que “Los sistemas regenerativos del mundo real -es decir, el milagro de la vida misma- encierran para nosotros la promesa y la realidad concreta de un potencial regenerativo infinito. Al igual que los patrones fractales que se repiten desde lo microscópico hasta lo cósmico definen el mundo viviente y no viviente, también podemos atrevernos a creer que los patrones y principios universales de la vitalidad regenerativa pueden aplicarse desde la economía del hogar individual hasta la local y biorregional, y todo el camino hasta la economía global. Y, lo que es más importante, el proceso regenerativo desbloquea un potencial inédito sin límites, hasta el infinito, del mismo modo que podemos atrevernos a creer que la conciencia no tiene límites.

Es este potencial regenerativo el que encierra la promesa de una prosperidad exponencial e interminable para la humanidad y el mundo vivo en el que estamos inmersos, al igual que la vida se expande frente a la entropía. Tal es la promesa de participar simplemente en el viaje de la propia evolución -y contribuir a él como sólo los humanos pueden hacerlo-. Pero, y este es un pero importante, tal promesa está abierta a nosotros si, y sólo si, nos despojamos de nuestra arrogante ignorancia y aprendemos a vivir de forma sinérgica con estos patrones y principios que describen los sistemas vivos y que casualmente están alineados con las tradiciones de sabiduría que han resistido la prueba del tiempo.”